Conozco de memoria
esa voz que repite unas palabras sin sentido,
pero a veces creo que me está llamando a mí
y entonces husmeo
en los rincones de la casa
y hundo mis narices
en los colchones viejos.
Después viene el silencio.
...
Casi siempre es así.
Cada día,
en el centro del escenario,
sin público,
repitiendo los diálogos de memoria.
Después los infiernos vecinos
empiezan a rumiar sus desgracias
y sus pestes
y las fieras empiezan a atragantarse
con las palabras.
...
Algunas noches rastreo en mis insomnios.
Alguien canta una canción de cuna
o una mujer llora la muerte de su hijo.
Y también puede ser una niña
llamando a su madre, sola,
en el medio de un cuarto vacío.
Del libro "Un día entero", de Ediciones El Dock (2008)
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