Día 16. Por los caminos de la poesía



María José Echenique y Lucas Tejerina, en Tanti, nos cuentan:

"Nuestra tercera participación en el X Festival de Poesía en la Escuela fue en la escuela Domingo Faustino Sarmiento, de Tanti (Pcia de Córdoba), en el mes de las celebraciones por sus 114 años.


Cuando estábamos en viaje, veinte minutos antes de la hora del encuentro, los niñxs de segundo grado, a través de la seño Miriam, nos enviaron una foto y un mensaje de audio en el que a todas voces decían: “¡¡¡Apureeeeeen!!!”

Al llegar recorrimos velozmente la escuela, nos asomamos a un taller de cine que se estaba dando en otra aula, leímos algunas de las poesías, palabras y dibujos de lxs niñxs que estaban colgados en las paredes (las poesías, palabras y dibujos, no lxs niñxs) y enseguidita sacamos los bancos al pasillo y armamos la ronda de sillas.

En un momento le pregunté a una maestra a qué hora sonaba el timbre para entrar a clases. “Acá no suena el timbre”, me dijo. Así que cuando estuvo todo listo, las seños fueron al patio a llamar a lxs chicxs.

Vinieron expectantes, alborotadxs. Un poquito después también llegó Guadalupe, una artista plástica del pueblo que las seños invitaron a acompañarnos y a pintar durante el encuentro.

Les contamos los caminos que nos habían traído, y que veníamos a hablar con ellos, precisamente, de los caminos. Y más precisamente, de los caminos de la casa a la escuela y de la escuela a la casa.

Ahí se abrieron los miles de senderos de las anécdotas… Alguien que durante una semana intentó llegar antes que nadie a la escuela vacía… Alguien que aprovecha que no come en la casa y al volver va directo a la choza… Alguien que una vez llegó a la escuela a la madrugada y se quedó escondido en la casilla del gas…

Podríamos haber seguido charlando y charlando, pero llevábamos una propuesta de escritura que teníamos muchas ganas de compartir.

Entonces llegó a la ronda Amanda, adentro de un sobrecito de mate cocido. Les contamos cómo fue que ese sobrecito de pronto se convirtió en el posible contenedor de breves escritos, y cómo luego ¡y tan justamente pensando en los caminos! nació el personaje de la curiosa y andariega Amanda. Les leímos los versos que habíamos escrito jugando, y ahí no más armamos los grupos para seguir contando su historia.

“Las palabras tienen otras palabras” dijo un niño; y escribimos sus palabras en el pizarrón.



Después de un lindo ebullidero de ideas y rimas, compartimos lo escrito en cada grupo; luego, la seño de música nos regaló la altura de la canción “Piedra y Camino” y finalmente Guadalupe contó cómo fue su trabajo de pintar escuchando.


Para redondear lo redondo del encuentro, algo del medio y del final y de los infinitos caminos de la infinita poesía.

Mientras estábamos armando los grupos para ir a escribir, vino Brisa, se paró frente a mí con una sonrisa hermosa y me dijo: “¿A ver tu ojo?” Luego nos perdimos un poco de vista, ya que ella trabajó en el grupo de la seño Miriam. Y fue antes de irnos que volvió con este regalo. Me lo dio y al instante se dio cuenta que le faltaban las pestañas. Volvió a llevárselo -más viento que brisa- y regresó con su obra completa.
             

A esa ceja navegante que señala un horizonte, a las pestañas que cayeron para elevarse de esa manera y a ese sol en el mirar, bien de frente, los comparto con mi compañero en el amor y en la poesía, el Lucas, y con cada unx de lxs seres que han sido parte de la maravilla que fue el X Festival de Poesía en la Escuela.

Que sea para ver y para vernos. Y que nos señale el rumbo.

A continuación, los escritos de ese día.

Una siesta Amanda
se despertó en el parque
sonámbula.
Se le caía todo
mientras andaba.
Se le caía el sol,
el cielo,
las pinturas,
el amor.
Para abajo y para arriba.
Y todos le decían
“¡Basta! ¡Basta!”
pero Amanda dormía.
Y en un momento se despertó
en una heladería
en China.
Pasó tres días comiendo
en la heladería.
Se volvió a dormir
y se despertó en la pileta
en la casa
de su tía.
¡Helada Amanda!

·         

Una noche Amanda
equivocó
la noche con el día
dibujó una pista
con la amiga
y con su prima
y cuando quiso volver
se perdió en el bosque.

Lloraron
cantaron
rieron
bailaron.

Y encontraron
el camino
hacia su casa.

·         

Una tarde Amanda
se puso muy curiosa.
Jugaba en la casa
y encontró una manta
y pinchó una planta.

Amanda escuchó un sonido
y luego vio esa planta
que hablaba
porque tenía magia,
una piedra colorada.

Amanda de repente hechizada
imagina e imaginaba
que era una manzana
y andaba arriba de un elefante
Dante y salante.

Ya casi pasando la tarde
Amanda se deshizo del hechizo
buscó rápido la manta
y se durmió…


Comentarios