14 Festival de Poesía en la Escuela. Día 10. ET de Pérez, Crónica de un día de amor que seguirá por mucho más, por Flavia Pascualini


Viernes 16 de septiembre, previa al día del profesor.

7.30 de la mañana y un sol que ya pinta lindo en el tapial de la escuela técnica de Pérez.

14° Festival de Poesía y arranca la función. Se abren las puertas de la biblioteca, se eligen los libros de poesía, se arma la ronda en el salón (porque el patio está ocupado) y empieza la gala. Vale aclarar que, en primera instancia este taller de poesía estuvo pensado para primer año, pero lo pudimos realizar a lo largo de todo el día, con varios cursos ya que al entusiasmo primero, también se sumó segundo y tercer año.

No hay tiempo para demoras, ni para muchas más explicaciones. La lectura de poesía se viene dando desde inicios del mes de la primavera, del mes de la educación, del mes de “los días más largos” y la calidez en la piel… y así, entre versos y reversos, entre miradas y risas, entre deseos de manifestar la subjetividad y ojos bien abiertos ante tanta sorpresa y asombro damos inicio al festival. Porque la poesía tiene respiración propia. Porque hay libros que susurran y otros que hablan a los gritos, porque cada uno sabe de esas rimas que se cuelan en la garganta y porque también sabemos de ese verso de amor que jamás olvidaremos.

Lo primero fue la lectura, en taller, en ruedas, cada uno leía lo que más le gustaba, compartía con el otro, convidaba versos y esperaba la vuelta (o se metía de prepo) para dar cabida a lo que había elegido de la mesa de libros o a lo que le había tocado en suerte. Y luego venía el registro, sacar la foto de la frase que más gustó, guardársela en el celular, mandársela a alguien, compartir… y más tarde la consigna de “Reinventar el mundo”, con la posibilidad de re nombrar aquello que ya sabemos, de reescribir aquello que ya conocemos, pero con una impronta nueva, con una nueva posibilidad, con la infinidad ambivalente y subjetiva que solo el lenguaje poético puede darnos. Se fueron dando diferentes consignas de escritura según el grupo, pero básicamente estuvieron dadas por el registro de aquellos versos o palabras que más gustaban y a las cuales luego habría que darle forma y seguir editando para producir el propio poema. También hemos abordado el famoso “cadáver exquisito” con algunas variaciones que tenían que ver, básicamente, con el azar (por ejemplo, la docente decía una página y cada uno debía anotar el primer verso de esa página y luego pasarlo, también se hizo con el verso 5, con el verso 10, cambiando de página y ajustando la variable según el grupo y el interés).

¿Por qué leer y escribir poesía?, preguntarán incrédulos o asombrados quienes no entiendan de pasiones. Porque la poesía es en sí misma asombro, extrañeza, desconcierto; reminiscencia, milagro, descubrimiento, epifanía. Justamente esto es lo que diferencia al discurso poético de cualquier otro discurso social. Y porque el cerebro está hecho para amar la poesía (retomado de “Poesía e infancia” de Cristina Martín). Un buen poema tiene una buena cantidad de recursos y siempre asombra con un lenguaje inaugural. La poesía nos constituye como sujetos habitantes de la palabra, como seres “apalabrados”.


Si algo sabemos los lectores y escritores de poesía es que su palabra está en el plano de lo simbólico y se resiste a ser explicada o reducida a otro discurso. Por eso el Festival, por eso el taller, por eso leer y escribir poesía en la escuela técnica. La palabra poética tiene un color, un sonido, un aroma propio, una fuerza y una apertura que ningún otro discurso podrá lograr. Si un alumno es capaz de leer de poesía, será capaz de leer cualquier tipo de texto. La poesía cala hondo, transforma, sublima y hasta es terapéutica.



Recordemos que la escuela técnica pareciera solo preparar a nuestros jóvenes para el mundo del trabajo, para el campo del hacer; entonces hacer poesía y leer literatura en este contexto parece una "cosa rara", además de osada y transgresora. Pero, afortunadamente, desde el año 2014, en el que ingresé, ya se les hizo costumbre a todos verme acarrear lonas, sillas, libros, carpetas, celulares hasta el patio maravilloso, soleado y verde que tenemos, o hasta la biblioteca, o hasta la galería, para dar rienda suelta a las letras, a las emociones o a las palabras "lindas" de la literatura y la poesía. Hoy, ya no sorprende. Logramos instalar el amor a la literatura y vamos por más!! “Ladran Sancho, señal que cabalgamos”

 


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