Bienvenido Emiliano Campos Medina al IX Festival de Poesía en la Escuela






No sale en la tele Villa 20


Me siento a escribir un poema
con el ventilador en la cara,
escucho a dos vedettes
que se gritan
en lo de Polino,
las aspas hacen interferencia
con los rayos catódicos.


Es la tele Philips,
mi herencia familiar 24 pulgadas,
entrada y salida de audio,
la garantía venció
hace como veinte años.
No dicen nada sobre los amigos
que hoy echaron del trabajo.


En la garita de gendarmería
los agentes le gatillan
el percutor en la cabeza
a los pibes.

El Percha ángel de la muerte
se apareció en el velorio del Eze
y les dijo a los pibes
ahora voy por ustedes.


El viento me aturde los ojos
y no escucho nada
de todo esto,
no hay letras amarillas
sobre carteles rojos.

Al Caito lo mataron por atrás
frente a la panadería
de los viejos,
y quién será,
de entre la cofradía angélica
el que desencadene el plomo
sobre los cráneos
de los otros chicos,
para que después
pintemos sus retratos
en las paredes de la Villa.


Sus nombres
escritos con tiza
se los lleva
el agua del pozo ciego.



Las vedettes aturdidas
por el sol vociferan,
una mano sin cuerpo
sostiene el micrófono
frente a sus bocas
hinchadas.


La garantía venció
hace veinte años,
será por eso
que no sale el Kiki en la tele
ni Caito ni Jonathan


ni los amigos que hoy
se quedaron sin trabajo,


24 pulgadas
cuatro balazos
ciento cuarenta despidos.





Después de la tormenta


Desde mi habitación
veo los muros de la fábrica.
En otro tiempo los obreros
hacían fila para entrar.
Ese esqueleto
de animal prediluviano
ocupa toda la manzana.



Los cristales, las rejas,
el techo a dos aguas.
Toda presencia fue borrada
por el desempleo y la quiebra.
Llegaron las jaurías de perros
y sus ritos circulares.


El subsuelo se llenó de agua estancada,
los cadáveres de animales y los despojos
formaron islotes a la deriva.


La sordidez se extendió por el barrio,
como si todos cargaran un luto,
un eco de pasiva ofensa.


Cuando llovía
mi abuela tapaba los espejos
con un paño blanco y prendía velas
para que no entraran los rayos.
Yo soy ese paisaje despoblado
y sus atardeceres abiertos a cuchillo.


Habito la casa, una memoria
prendida a las paredes.

Comulgo con el aullido del viento
en los eucaliptus
donde antes se distribuían las oficinas.


Cada tanto un relámpago parte el cielo
y se enciende el baldío
en un canto de ranas

que dura toda la noche.


Emiliano Campos MedinaNací el 13 de septiembre de 1978 en el barrio de Once. Me crié en la ciudad de Quilmes, Provincia de Buenos Aires. Mas tarde residí varios años en Barcelona, Lugano y La Plata. Soy artista plástico y acabo de publicar mi primer libro de poesía "Altares suburbanos" por Ediciones En Danza.

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