! Bienvenido Santiago Alassia al X Festival de Poesía en la Escuela !



La casa

La casa nos aplasta, la casa nos aplastará.

El tío cantor, mi abuelo fermentado por el vino,
los flacos animales que pronto morirán: llevamos lustros
queriendo salirnos de la casa, andar campo traviesa.
En vano todo. La casa nos aplastará.

¿Dije de los flacos animales de la casa?
Yo mismo soy ahora un desgarbado
caído en la grisácea o triste historia
de escarpines perdidos en el frío general.
Yo mismo
soy lámina de cal de mi alegría.

En el centro de la casa han brotado unos riachos.

Cuelgo de los techos, me hago desde la mugre,
imploro una meseta fértil de incontable vastedad
pero la casa me contesta con agua de los riachos,
barrosa lengua que sube y marca todo por igual:
a todos por igual no diferencia,
a todos por igual nos marca su pegajosa obstinación.

¿Dije de mi tío, el cantor? De los muslos
le bajaba un jugo lánguido de ciruelas machucadas
y ahora hay charcos negros que no podemos combatir.

Por las noches
mi tío canta junto al fueguito melancólico,
fuma su pipa cotidiana, escupe
canciones demacradas como babas de la siesta
y nos entran galopando los quejidos de una india.

Ya nos acosan desde afuera otros bestiales rancheríos.
¿Adónde iremos a parar en esta larga noche indígena?

En otro tiempo
mi tío se acompañó de una guitarra,
un viejo bombo y la costumbre silenciosa
de una mujer renegrida que atizaba el fueguito con las manos.

La casa se tragó esas dulces compañías.

¿Dije de mi abuelo, fermentado por el vino?
Todas las tardes
encerrado en su piecita grita un nombre de mujer
y cuando calla está más viejo y más cansado,
la vista echada como un perro a punto de morir.
Yo no lo odio,
le froto las heridas con hierbas de la zanja
y él masculla unas palabras que no alcanzo a descifrar.

Cuando joven
mi abuelo fue andariego y trotaba los caminos,
los sucios bodegones relucían con su porte afrancesado
y hasta algunos payadores cantaban para él.

Todo el jarabe de los sucios bodegones entraba en su barriga.

Hoy no se escucha el cantar de aquellos payadores:
la casa está rodeada de pura lejanía.

¿Cómo haremos para dormir en esta larga noche indígena?
¿Acaso indiferentes al hedor? ¿Acaso displicentes,
las manos flojas como algas en los bordes del camastro?

En vano todo. En vano los machetes, trabajar
en surcos pisoteados de la chacra,
en vano que haya leña, nadie
entibia el agua, nadie
permanece en esta casa,
nada, ni viento
en el aire, nada
ni nadie
habla.

De “Hueco en el mundo”, Baltasara Editora, Rosario, 2015.


Santiago Alassia nació en Rafaela en 1979. En teatro, escribió y dirigió las obras Atacar (2009), Orden del día (2009), Fanto (2010) y Serie de elementos (2013). En 2016 estrenó Cadencia de noche tras noche. En poesía, publicó el libro Hueco en el mundo (Baltasara Editora, Rosario, 2015). Poemas suyos integran las antologías Muestra de la joven poesía santafesina (Editorial UNL, 2010), Yo soñaba con comprarme una combi (Erizo Editora, Rosario, 2013) y 53/70. Poesía argentina del siglo XXI (Editorial Municipal de Rosario, 2015). Fue miembro fundador del grupo de escritores Prima Liter, con el que desarrolló una intensa actividad de gestión cultural entre los años 2002 y 2010. Fruto de este recorrido es el libro de nouvelles "Versiones de la tan sombra" (2009), publicado en coautoría con Matías Aimino, Gustavo Lombardo y Franco Rosso. Entre 2008 y 2013 dirigió el suplemento cultural Rastros del diario La Opinión, de Rafaela. Ha publicado crónicas de viaje en el diario La Capital, de Rosario. "Por lo bajo", su primer libro de cuentos, obtuvo en 2016 el Primer Premio del Fondo Editorial Municipal de Rafaela, y fue publicado en junio de 2017.

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