Sueño Azul, de Elicura Chihuailaf



La casa azul en que nací está situada en una colina

rodeada de hualles, un sauce, castaños, nogales

un aromo primaveral en invierno -un sol

con dulzor a miel de ulmos-

chilcos rodeados a su vez de picaflores


que no sabíamos si eran realidad o visión ¡tan efímeros!

 

En invierno sentimos caer los robles partidos por los rayos

 

En los atardeceres salimos, bajo la lluvia o los arreboles, a

buscar las ovejas

(a veces tuvimos que llorar la muerte de alguna de ellas,

navegando sobre las aguas)

 

Por las noches oímos los cantos,

cuentos y adivinanzas a orillas del fogón

respirando el aroma del pan horneado por mi abuela,

mi madre, o la tía María

mientras mi padre y mi abuelo

-Lonko de la comunidad-

observaban con atención y respeto

 

Hablo de la memoria de mi niñez

y no de una sociedad idílica

 

Allí, me parece, aprendí lo que era la poesía

las grandezas de la vida cotidiana,

pero sobre todo sus detalles

el destello del fuego,

de los ojos,

de las manos

 

Sentado en las rodillas de mi abuela oí las primeras historias de árboles

y piedras que dialogan entre sí,

con los animales y con la gente

Nada más, me decía, hay que aprender

a interpretar sus signos

y a percibir sus sonidos que suelen esconderse

en el viento

Tal como mi madre ahora, ella era silenciosa

y tenía una paciencia a toda prueba

Solía verla caminar de un lugar a otro,

haciendo girar el huso, retorciendo la blancura de la lana

Hilos que en el telar de las noches

se iban convirtiendo en hermosos tejidos

Como mis hermanos y hermanas -más de una

vez- intenté aprender ese arte, sin éxito

Pero guardé en mi memoria el contenido de los dibujos

que hablaban de la creación y resurgimiento del mundo mapuche

de fuerzas protectoras, de volcanes, de flores y aves

 

También con mi abuelo compartimos muchas noches a la intemperie

Largos silencios, largos relatos que nos

hablaban del origen de la gente nuestra

del primer espíritu mapuche arrojado desde el Azul

De las almas que colgaban en el infinito

como estrellas

Nos enseñaba los caminos del cielo, sus ríos, sus señales

 

Cada primavera lo veía portando flores en sus

orejas y en la solapa de su vestón

o caminando descalzo sobre el rocío de la mañana

 

También lo recuerdo cabalgando bajo la lluvia

torrencial de un invierno entre bosques enormes

Era un hombre delgado y firme

 

Vagando entre riachuelos, bosques y nubes

veo pasar las estaciones:

Brotes de Luna fría (invierno), Luna del verdor (primavera)

Luna de los primeros frutos

(fin de la primavera y comienzo del verano)

Luna de los frutos abundantes (verano)

y Luna de los brotes cenicientos (otoño)

 

Salgo con mi madre y mi padre a buscar

remedios y hongos

La menta para el estómago, el toronjil para la pena

el matico para el hígado y para las heridas

el coralillo para los riñones -iba diciendo ella

Bailan, bailan, los remedios de la montaña  -agregaba él

haciendo que levantara las hierbas entre mis manos

 

Aprendo entonces los nombres de las flores y de las plantas

Los insectos cumplen su función

Nada está de más en este mundo

El universo es una dualidad:

lo bueno no existe sin lo malo

La Tierra no pertenece a la gente

 

Mapuche significa Gente de la Tierra

-me iban diciendo

 

En el otoño los esteros comenzaban a brillar

El espíritu del agua moviéndose sobre el lecho pedregoso

el agua emergiendo desde los ojos de la Tierra

 

Cada año corría yo a la montaña para asistir

a la maravillosa ceremonia de la naturaleza

 

Luego llegaba el invierno a purificar la Tierra

para el inicio de los nuevos sueños y sembrados

 

A veces los guairaos pasaban anunciándonos

la enfermedad o la muerte

 

Sufría yo pensando que alguno de los

mayores que amaba

tendría que encaminarse hacia las orillas

del Río de las Lágrimas

a llamar al balsero de la muerte

para ir a encontrarse con los antepasados

y alegrarse en el País Azul

 

Una madrugada partió mi hermano Carlitos

Lloviznaba, era un día ceniciento

Salí a perderme en los bosques de la

imaginación (en eso ando aún)

El sonido de los esteros

nos abraza en el otoño


Hoy, les digo a mis hermanas Rayén y América:

Creo que la poesía es sólo un respirar en paz

-como nos lo recuerda nuestro Jorge Teillier-

mientras como Avestruz del Cielo por todas

las tierras hago vagar mi pensamiento triste

Y a Gabi Caui Malen y Beti, les voy diciendo:

Ahora estoy en el Valle de la Luna, en Italia

junto al poeta Gabriele Milli

Ahora estoy en Francia, junto a mi hermano Arauco

Ahora estoy en Suecia junto a Juanito Cameron

y a Lasse Söderberg

Ahora estoy en Alemania, junto a mi querido

Santos Chávez y a Doris

Ahora estoy en Holanda, junto a Marga

a Gonzalo Millán y a Jimena, Jan y Aafke,

Juan y Kata

 

Llueve, llovizna, amarillea el viento en  Amsterdam

Brillan los canales en las antiguas lámparas

de hierro y en los puentes levadizos

 

Creo ver un tulipán azul, un molino cuyas

aspas giran y despegan

Tenemos deseos de volar: Vamos, que nada

turbe mis sueños -me digo

Y me dejo llevar por las nubes hacia lugares

desconocidos por mi corazón

Aquí podés leer este poema en su lengua originaria.

Podés conocer la convocatoria del XII Festival de Poesía 2020 y bajar el Cuadernillo de trabajo desde este link.



Elicura Chihuailaf Nahuelpán, nació en Quechurehue o Quechurewe, en 1952. Es un poeta chileno, considerado uno de los más connotados escritores mapuche; su obra es principalmente bilingüe, en mapudungun y español. Su obra ha sido catalogada por la crítica en "la corriente etnocultural, debido al rescate de la cultura mapuche y la lectura actual de ella". "El espacio poético desarrollado por Chihuailaf recupera la simbología de la cultura mapuche. ​En conjunto con el grupo Illapu, musicalizó «Bío-Bío, sueño azul»,​ uno de sus poemas. El compositor chileno Eduardo Cáceres ha puesto música a algunos de sus poemas en obras como Epigramas, para canto, violín, chelo, clarinete y piano; Cantos ceremoniales para aprendiz de Machi, para coro femenino, y Suite, para canto, violín, clarinete, chelo, piano y percusión. Igualmente los compositores chilenos René Silva Ponce y Maximiliano Alejandro Soto Mayorga han musicalizado poemas de Chihuailaf. Publicó los libros: El invierno y su imagen, En el país de la memoria. Maputukulpakey, El invierno, su imagen y otros poemas azules, De sueños azules y contrasueños, con poemas en mapudungun y castellano; Editorial Universitaria, Santiago, 1995 (Huerga y Fierro Editores, Madrid, 2002), Kallfv, con ilustraciones de Gabriela Cánovas; Pehuén, Santiago, 2006, Kallfv mapu / Tierra azul, edición bilingüe con prólogo de Osvaldo Baver, Ediciones Continente, Argentina, 2008; La vida es una nube azul, Ediciones Universidad de la Frontera, Temuco, 2015.

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