La tercera jornada del Festival de Poesía comenzó en la EEM 85 de Villa Celina. Hasta allí llegaron María del Carmen Colombo, Gisela Galimi, Marcelo Leites y Eduardo Abel Gimenez, con sus libros y sus poesías, para leerles a los chicos de los diferentes años, reunidos en la Biblioteca Escolar María Elena Walsh. El menú poético incluyó a Osvaldo Lamborghini, Héctor Viel Temperley, Wislawa Szymborska y Adelia Prado.
El grupo de susurradoras del Liceo 1, visitaron la escuela y sorprendieron a todos los chicos con sus murmullos poéticos.


La mesa de lectura tuvo como protagonistas a Paulina Aliaga, quien leyó a un poema de Federico García Lorca, y luego compartió con los chicos un tema de Leonard Cohen que había tomado esa poesía para transformarla en canción. Maricel Santin, por su parte, llevó de la mano a Roberta Iannamico y su poema Las plantas. Ambas leyeron también poemas propios.
A los chicos de Portal del Sol, les tocaba crear una red de comunicaciones del país imaginario. Así fue como hicieron barcos y aviones de papel, y con lanas experimentaron la idea de red, entretejiendo colores. Coordinados por Pablo Runa e Inés Abeledo, una vez que tuvieron el entramado listo, se comunicaron tirando levemente de los hilos. Más tarde llevaron al mapa del País imaginado (que había sido elaborado por los chicos de la Escuela de Educación Estética de Morón), las distintas instancias de la comunicación de El País que se fue (nombre elegido para este país): caminos de hormigas, vaquitas de san antonio, de moscas, semáforos, puentes, vías de navegación, senderos de corazones y de flores.
Y luego llegó el turno de los chicos quienes, entusiasmados, se sentaron a leer, micrófono en mano, sus poesías de amor. Podríamos decir que el Portal del Sol es la Escuela de los Chicos Enamorados.
Para finalizar, se abrió la carta que la escritora Marina Colasanti les había enviado desde Río de Janeiro, donde vive, agradeciéndoles el trabajo a partir de su cuento La tejedora. "Espero que se escuche mi aplauso, queridos niños", les decía.
Así transcurrió la tarde, llena de abrazos y coronada con pastelitos de membrillo preparados por los chicos. Todo el equipo de Poesía en la Escuela volvió a casa conmovido en este atardecer que caía sobre la autopista.
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