Publicamos un adelanto del libro que, en algunos días, tendrá su versión digital para leer y descargar.
Prólogo de Pie firme sobre cálido cielo
El libro de las chicas y los chicos de Poesía en la Escuela
La preciosa semilla (1)
“Seré
pie firme sobre cálido cielo” escribió Bela, una joven de 15 años sentada en el
banco de una escuela secundaria de la ciudad de Buenos Aires, allá por 2010.
Este verso de un poema escrito hace seis años atrás da título al libro de Los
chicos y las chicas de Poesía en la Escuela, una compilación que le pone voz a
todos estos años de Festivales.
¿Qué
dicen esas voces? ¿Qué dicen de sus vidas, de sus alegrías, de sus penas
grandes o pequeñas, del mundo en el que habitan? ¿A quiénes les hablan? ¿Podemos
detener nuestro tiempo de adultos para escucharlas?
En
2010, con el I Festival de Poesía en la Escuela nos propusimos acercar la
poesía a las escuelas, de la mano de los propios poetas porque sabíamos que la
escuela y la literatura – pero, sobre todo la poesía- eran dos mundos cercanos y,
a la vez, desconocidos. Para la escuela, la poesía delimitaba esa “frontera
indómita”, como señala Graciela Montes: A
la escuela la sorprende y sobresalta la literatura, no sabe bien dónde ponerla,
qué hacer con ella; a veces parece que la llevara en brazos como un paquete
engorroso, trastabillando con él, dejándolo caer por cualquier sitio[1].
Para los poetas se abría un espacio diferente donde poner el cuerpo y la voz
propia, un público inquieto, que no sólo los leía o los escuchaba con atención
o con desgano (según el caso) sino que tomaba y reescribía sus versos. Un
público que, en definitiva, los interpelaba.
El
primer Festival de Poesía en la Escuela se realizó en seis escuelas. En 2016,
el octavo festival, se desarrollará, por segundo año consecutivo, en más de 60 espacios
educativos (escuelas, institutos de capacitación docente, hogares de niños,
cárceles, bibliotecas populares). Más de 20.000 niños, jóvenes, docentes y
artistas, han pasado por estos años de festivales autogestivos con la
participación de cientos de voluntarios que han donado su tiempo y su trabajo
para compartir con los chicos poemas, aprendizajes, experiencias de vida. Como
cada uno de estos años, el festival lleva mesas de lecturas y talleres de arte
y poesía donde los chicos escriben, dando el salto de lectores a autores de sus
propios poemas. En ese salto radica el origen de Pie firme sobre cálido cielo: una compilación de las voces de niños
y jóvenes de diferentes puntos del país, a través del tiempo y los espacios,
Así
es que los poemas del primer capítulo de este libro entablan un diálogo con la
vida y la obra de la poeta argentina, Alfonsina Storni, nacida en Suiza en 1892.
Pero el diálogo se vuelve conversación porque los chicos también están hablando
con las poetas Diana Bellessi (quien compiló Esta es mi Storni[2]),
con Laura Forchetti, Candelaria Rojas Paz y Cecilia Perna, quienes coordinaron
los talleres y brindaron sus propias lecturas de la obra de Alfonsina. De esta
forma, los poemas de la ya mítica Alfonsina han sido transformados en materia
viva y en lugares tan distintos como Tucumán, Coronel Dorrego (Provincia de
Buenos Aires) o Isla Botija en el delta bonaerense de Zárate.
Otras
experiencias de escritura de las que dan cuenta las páginas de este libro, fueron
por el camino de la exploración de los sonidos, la naturaleza, las estaciones, el
mundo que cobija o amenaza, de la mano de lecturas muy diversas. Los chicos
retomaron la tradición del haiku para hablar de sus propios entornos, escucharon
la lluvia y compararon las lluvias de Juan Gelman y Raúl González Tuñón con las
que conocían, leyeron a Edgar Bayley e imaginaron personajes que trepaban
edificios y hacían amigos en cada piso.
La
poesía les permitió probarse otros cuerpos, Yo
soy la sombra de un pájaro (Nicolás) o
cuestionarse como Camila ¿Tener poco es tener nada? ¿Tener nada que es?; hacer odas al fútbol
o a la milanesa, jugar con anagramas, tankas o acrósticos y también hablar de
amor. En el aula de 1° B en el Delta de San Fernando, sobre los
bancos están las postales de Si tuviera
que escribirte [3].
Los chicos leen en silencio y cuando entre tantas palabras encuentran alguna
que “les habla a ellos”, toman una tiza y la escriben en el pizarrón. Cuando en
el pizarrón no caben más palabras vuelven a los bancos, juegan con cartulinas y
papeles de colores, con cintas bordadas, botones, encajes, aceptan la
invitación del libro, eligen un destinatario y componen sus propias cartas.
Ahora las postales viajarán por
correo postal hacia sus destinatarios. Algunos eligieron enviarla a un pariente
lejano y otros a un chico o chica de otra escuela al que no conocen, entonces
las voces ya no estarán solas, el amor viajará para alegrar el corazón de otras
personas, la literatura dejará de ser “esa materia”, “esa tarea”, el puente
estará tendido y la voz de los chicos resonará en otros mundos.
Eso es lo que deseamos para este
libro. Que estas palabras circulen, sean leídas, emocionen, y que cada una de
estas voces encuentre su lugar en un lector: una casa donde seguir creciendo a
buen resguardo, un cálido cielo donde poder hacer pie.
Marisa
Negri y Alejandra Correa
1] “riego el suelo con lágrimas, espero la preciosa semilla”. Fragmento de un poema del argentino Diego Roel, "Kyrios", Sirga, 2016
Montes, Graciela. La frontera indómita. Espacios para la Lectura.FCE.México.1999
[2] Storni, Alfonsina. Esta es mi Storni (comp. Diana Bellessi) Ediciones en Danza. Buenos Aires.2014
[3] Correa, Alejandra. Si tuviera que escribirte. Libros de las Malas Compañías, Madrid.2015 / Próxima edición en Ediciones de la Terraza, Córdoba, 2016.
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