14 Festival de Poesía en la Escuela. Día 10. ES22 de Delta de San Fernando, por Ignacio López Crook

 

Crónica de un día de poesía y escuela

Ignacio López Crook

Fueron llegando las distintas lanchas a la escuela: la nuestra, que viene desde el Miní abajo, la Barquita, el Arroyo Largo y el Cruz del Sauce. La del Miní arriba, que también entra en el Tuyuparé, donde está la lúgubre Quinta El Silencio. La lanchita que viene del Barca Granda y que suele llegar primero a la escuela. La lancha que viene de Tigre, cruza el Paraná y navega el Paycarabí, el Estudiantes, el Felicaria, el Chaná, el Caracoles. Llegamos contentos a la escuela, es día de reencuentro, hoy viernes es el primer día de la semana en que tenemos clases presenciales. Por un conflicto con la empresa hubo paro de lanchas toda la semana y la escuela permaneció en silencio. Ritual de abrazos y besos y holas y muchogustos. Nos conocimos con lxs poetas: Raquel, Laura, Mario, Silvia y Manuel. Hicimos un recorrido rápido por la escuela, para que se sintieran a gusto y nos sumamos al momento de izado de bandera y saludo general.

Recordamos la organización: durante la mañana trabajaríamos con la escuela primaria, luego almorzaríamos y por la tarde con la secundaria.

Mientras lxs niñxs de primaria desayunaban nos pusimos de acuerdo respecto a qué taller era más adecuado para los más peques y cuál para los más grandes. Así primer ciclo navegó las aguas del libro Nina, un hermoso libro ilustrado y escrito por Raquel Cané. Las guías de esa travesía fueron Raquel y Silvia. Cuentan que en ese viaje se leyó, se conversó, se escribió y se dibujó una nueva Nina, más grande, crecida con las voces de las chicas y los chicos.

Mientras tanto, lxs niñxs más grandes recorrieron machete en mano el paisaje del lenguaje de las islas para descubrir palabras con una historia más larga que el español: Paraná Miní, Paycarabí, Tuyuparé, Cancha, Canoa, Chaná, Piragua. Junto con Mario Castells y Laura Distéfanis estuvieron desbrozando un poco el paisaje, descubriendo senderos que conectaban nuestro presente con tiempos en el que también se navegaban estos ríos con otras palabras.


Antes del almuerzo nos juntamos todxs lxs niñxs de la escuela primaria junto con sus docentes, lxs poetas, la directora para conversar sobre lo que estuvimos haciendo en los talleres. Compartimos el libro de Nina, la Nina dibujada y escrita por lxs peques, las palabras que aparecieron. Raquel nos contó cómo fue escribiendo y dibujando a Nina. Nos quedó la idea de que hacer un libro es un trabajo de artesanía, de tiempo y dedicación, como tejer una canasta de junco. Lxs más grandes contaron de las palabras que guaraníes que habían reconocido. Que Paraná quiere decir pariendo del mar. Que Paycarabí es pared de barro. Nos dijimos que los guaraníes hablaban en poesía. Recordamos una historia más antigua que la que nos habíamos contado. Nos quedamos pensando en el origen de algunos gestos de la isla: remar en piragua en un arroyo, limpiar un poco de monte para plantar zapallo ¿de dónde viene esos gestos? ¿quiénes viven en esos haceres? ¿somos nosotrxs quienes los realizan o habrá más gente por allí?

Cerramos la conversación con aplausos para todxs y nos fuimos a almorzar. Mientras lxs niños entraban al comedor con sus maestras, lxs poetas se buscaron un lugar al sol junto al río y el viento.

Cuando lxs estudiantes de secundaria terminaron de almorzar, nos juntamos todxs: estudiantes, profes, poetas en el patio. Presentamos el festival de poesía, la propuesta de trabajar en talleres toda la tarde y después realizar una puesta en común. Hubieron voces distintas “qué bueno no tenemos clases”, “quiero estar en el de las relaciones que se rompen”, “uy justo teníamos hora libre ¿es obligatorio?”. Nos dividimos en los diferentes talleres según los intereses de cada quién. Hicimos grupos en el pasto y empezamos a conversar y a leer y a pasarnos palabras como los pibes se pasan la pelota de voley en el recreo. En nuestro grupo, junto con Manuel, estuvimos leyendo poemas de Tomás Litta: un poeta de 25 años que vive en la ciudad de Buenos Aires. Nos enganchamos enseguida con sus historias de amor y sus imágenes corporales y su paisaje de ciudad. Leíamos en ronda y comentábamos lo que nos llamaba la atención, este “creer que podemos/salvarnos/de todo esto”, esa “tu boca:/el refugio/del miedo/que ataca…”. Conversamos sobre cómo “aprender el desapego/saber cuándo abrazar/saber cuándo resistir/saber cuándo irse”. Nos preguntamos si “vos y yo/nuestro último día juntos/el frío ensordecedor/de una terraza vacía…” lo hubiéramos escrito en este paisaje ¿hubiéramos dicho “de una isla vacía”, “de un muelle vacío”?


Hicimos nuestros poemas. Surgieron palabras que enhebraban cuerpos y experiencias de amor y de soledad y de desconcierto y de aprender cosas difíciles de nombrar. Leímos lo que habíamos escrito y fuimos rompiendo el círculo para hacer un círculo más grande, con toda la secundaria, con lxs estudiantes y profes de los otros talleres.

Al reunirnos en círculo casi sin darnos cuenta nos encontramos leyendo en vos alta lo que habíamos escrito en los distintos grupos. Algunxs leían lo que habían escrito otras personas, algunxs leían como autores. Algo mágico hay en el aire cuando más de cincuenta personas escuchan las palabras con las que cifra el mundo algún pibe. Algo que está en las palabras y que también está más allá. Algo que teje una red sutil sostiene, que da fuerzas, que inaugura colores distintos, que arma y desarma historias. Cuando las palabras se cansaron de andar, compartimos un rato de silencio y nos felicitamos por el día, por las palabras y el encuentro. Cerramos el círculo con un abrazo. Ya era hora de bajar la bandera, el saludo del director, el ritual de los besos, los abrazos, los buenfinde y la cola para subir a las lanchas que esperaban ronroneando en el muelle. 

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