Crónica del 13 Festival, por Facundo Ferreirós


Miércoles 7 de septiembre, 2022

Escuela Técnica N°1, San Fernando

Vengo posponiendo la escritura de la crónica de la jornada que viví en el Festival de Poesía en la Escuela Técnica N° 1 situada en el Paraná Miní, Segunda Sección del Delta. El trajín de los días fue postergando la tarea. Miro la fecha y confirmo que pasaron tres meses desde aquella experiencia.

Podría arrancar diciendo: “Una soleada mañana nos encontramos en la estación fluvial un grupo de poetas...”. Pero no. Prefiero ir al grano.


Estas palabras están destinadas a las estudiantes y los estudiantes de 5° Año con quienes compartí el taller. Hacía años que no estaba en un aula de secundaria y no se imaginan las ganas que me dieron ustedes de volver a estar en ellas. Les llevé una propuesta para experimentar en torno al “yo poético”. Quería invitarles a jugar a partir del desdoblamiento que se produce entre el/la poeta (la persona que escribe el poema) y el “yo poético” (la persona a través de la cual hablamos en el poema). El taller se llamó “Yo soy otre”. 



Hablamos del uso de máscaras, heterónimos y de poemas escritos con pronombres personales en segunda o tercera persona como maneras de salir del yo del poeta por un rato y experimentar ser otre.

Ocultarse detrás de una máscara o un personaje inventado puede ser una manera de mostrar un aspecto poco o nada explorado por el poeta, la posibilidad de darnos cuenta de la multiplicidad de voces de las que estamos hechos. Se trata de abandonar por un rato la identidad individual.

Mentir para buscar algo más verdadero.

Para esto, les compartí los batipoemas de Osvaldo Bossi que son poemas de amor entre Batman y Robin, los poemas de Natalia Litivinova en los que encarna a Soñka, una ladrona rusa de fines del Siglo XIX, y un extracto del poema “El Perro” de Susana Villalba en el que el “yo poético” es un perro.

Les invité entonces a pensar en personajes históricos, del manga o el animé, de la tele, algún vecino o vecina, un animal, desde donde asumir la primera persona en el poema.

Luego, nos pusimos manos a la obra. Y aquí sucedió algo inesperado, como ocurre con la poesía, como ocurre en las escuelas, como ocurre con ustedes, les adolescentes. Un grupo (las chicas) se puso a trabajar sobre la consigna. Pensaron algún personaje desde donde escribir un poema. En menos de media hora ya habían escrito sus poemas. Otro grupo (los varones o algunos al menos) no quisieron hacer la actividad. Estaban molestos porque los poemas de Batman eran poemas de amor homosexual. No les gustaba la idea de que Batman tuviera un amor secreto con Robin. Mientras las chicas escribían sus poemas charlamos con los varones sobre el contexto en el que se escribieron aquellos poemas y la necesidad del poeta de ocultarse tras la máscara de Batman para poder expresar aquello que en aquel tiempo la sociedad no aceptaba abiertamente. Hablamos de cómo nos cuesta también aceptar al otre y de cuánto nos dice ese otre de nosotros mismos, en este caso, de los mandatos en torno a un tipo de masculinidad hegemónica, heterosexual, homofóbica, agresiva, etc. Con ustedes, los varones, el taller de poesía se convirtió en una charla sobre ESI. Y creo que también estuvo muy bien.



Luego vino el momento de compartir lo producido. Les leí la recomendación del poeta Osvaldo Bossi en su libro “Querido Jóven Maravilla”: “Mostrá el poema como si lo hubiera escrito otro”. Escuchamos las producciones de todos los grupos en una ronda enorme en el patio de la escuela. Cada poeta/tallerista, además, leyó un poema propio. Cuando llegó nuestro turno, nos avisan que la lancha colectiva que nos llevaba de vuelta al continente estaba por irse, que teníamos que apurarnos. Leí rápido mi poema y salimos corriendo para no perder la lancha. Un poco aturdido por la situación, les devolví sus hojitas con los poemas, les dije algo que no recuerdo y me fui.

Para terminar, les cuento una confidencia. Tengo 40 años y escribo poesía desde los 14. Pero recién hace un tiempito me empecé a animar a escribir con la intención de compartir mis poemas con otras personas. Esa jornada del 7 de septiembre del Festival fue mi primera lectura en público. Estaba tan o más nervioso que ustedes. Y fue una experiencia hermosa. No hay mejor público que el de estudiantes de una escuela. Y aquí la deuda por lo que me obligué hoy a sentarme y escribir estas palabras. Me hubiera gustado escucharles leer sus poemas como ustedes me escucharon a mí. Y también darles un abrazo y agradecerles por la hermosa jornada que pasé. Decirles que sigan escribiendo poemas, que se animen a compartirlos, que formen grupos para leer poemas (en la biblioteca hay muchos libros de poesía). Ojalá hayan podido leer a alguien sus poemas. Ojalá sigan escribiendo. Ojalá nos reencontremos en algún momento para darnos ese abrazo que nos faltó.

Abajo, dejo las fotos que alcancé a sacar con sus poemas. Todo esto que escribí al fin y al cabo es para compartir lo que escribieron ustedes. Ojalá estas palabras lleguen a ustedes y puedan compartir con quienes quieran sus poemas publicados en este blog.

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