El agua de la vida: 15° Festival de Poesía en la escuela en el Centro de Apoyo Garabatos, Yapeyú (MENDOZA) por Sabrina Barrego






El jueves 14 de septiembre llegamos al centro de apoyo Garabatos, en el barrio Yapeyú, de El resguardo, Las Heras (Mendoza). Por la mañana, junto a Gabriel Jiménez llevamos fanzines y poemas. Entre los poemas elegidos iban algunos de Gabi,  Juan  L. Ortiz, Graciela Cros, Marisa Negri, Elicura Chihuailaf, Sergio Taglia, Alicia Genovese y un grupo de haikus escrito por niñxs en Paraguay. 

Este grupo ronda desde los 9 hasta los 11 años. Compartimos con ellxs la lectura y el diálogo, y nos contaron algunas leyendas de terror de su zona y de más lejos -tema que parece les encanta-. Charlamos acerca de la lectura, algo que se hace por puro gusto y también por jugar. Hablamos de la literatura como eso que podemos hacer todxs. A partir de ese momento fanzines, papeles y tijeras se desparramaron sobre las mesas. Las nenas se detuvieron en un fanzine en particular: No me toques la jalea! -se llamaba- y recordamos la importancia de decir: NO. Nos gusta el fanzine porque es una herramienta, un modo de socializar un hacer. Les contamos a lxs chicxs que es una forma práctica de fabricar sus revistas, de publicar sus textos y sus dibujos. Caras de sorpresa por todos lados. De repente hojas A4 dobladas se llenaron de pegatinas, de colores y de palabras. Dos nenes escribieron largas historias de animales. Las nenas se dedicaron al agua de distintos modos: brujas que ahogaban gente, agua para regar las flores, collages con poemas acuáticos llenos de estampas. 




Con la puesta en común y muestra cerramos esa jornada que no quería irse. Lectura en voz alta y aplausos, para aquello que se hizo con las propias manos. 

El encuentro se continúo en la tarde. Junto a Pablo Grasso trabajamos en dos grupos (desde los 8 a los 11, y, desde los 11 en adelante) con una propuesta de experimentación sonora. 

Con lxs más chiquitxs leímos El agua de la vida de Elicura Chihuailaf y de allí sacamos palabras mojadas (también agregamos las propias). Luego esas palabras, se convirtieron en sonidos; piedras y latas fueron granizo, chas chas y cascabeles, lluvia, una corneta fue una lechuza, hasta un sapo salió de un pote de plástico. La idea del ruido implica que todo a nuestro alrededor puede ser música, algo así también es la poesía, sólo hay que ponerse a escuchar. Es una cuestión de oído como diría Ricardo Zelarayan. 



El grupo de lxs más grandes salió a contemplar por el patio. Pablo les fabricó unos marcos de papel blanco, entonces cada mirada fue un poema, un haiku, un pedacito de algo más. Ese material escrito devino en voces que se grabaron; y todo junto (con los ruidos) será un track. Santoka, Issa y Basho lxs acompañaron, aunque la poesía ya estaba allí.




Toda la jornada fue maravillosa,  las “seño” con quienes compartimos, todos los días sostienen, abrigan y alimentan esa avidez que lxs niñxs traen dentro de sí, y que unx, si tiene la oportunidad y el corazón, puede agitar. Estamos agradecidxs y con las manos llenas. Esperamos que estos momentos se multipliquen. ¡Qué viva el agua, qué viva! dice un fanzine bien cuyano que salió. Qué viva el Festival y la poesía como el agua, para todxs. 


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